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"La imaginación es solo la forma de ordenar nuestra memoria" Antonio L Antunez

miércoles, 17 de agosto de 2011

"El mensaje de Koneko".



Erase un joven músico que vivía en una casita musical.
Vivía solo, aunque lo visitaban muy seguido los colibríes multicolores que iban a deleitarse con el sabroso polen de las gazanias de su jardín.
Le gustaba estar solo, se definía a sí mismo como un gato, a quien, cuando lo quieren abrazar con el impulso de posesión, huye despavorido hacia alturas inalcanzables, donde sólo puede sentirse la cálida brisa de la libertad.
Su mayor dicha consistía en crear su arte. 
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Es más, años atrás, conectarse con su creatividad había sido el remedio que le permitió salir de una profunda tristeza: su hermana, algunos años menor que él, compañera de cantos y juegos, había partido a planos de existencia superiores, dejando en él una sensación de vacío interior que aún persistía, aunque en menor grado que durante los años cercanos a tal partida.  
El mundo artístico lo iluminaba. En el mismo momento en que tomaba su pluma mágica para escribir las letras de sus canciones, se conectaba con los infinitos sentidos que lo inspiraban a dar vida a las melodías más bellas. Se sentía uno con la música.
Sin embargo, cuando salía de ese estado creativo reaparecía esa sensación de vacío interior.  
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Un día, algo inesperado le sucedió. Fue de visita a la casa de un amigo con el cual hacía mucho que no se re-unía. Tras compartir una charla interesante, en el momento de despedirse el dueño de la casa le puso en sus manos una gatita pequeña que inmediatamente lo miró con sus ojos verdes, llenándolo de amor.
El amigo pronto le explicó que su gata había dado a luz a muchos cachorros y que éstos necesitaban ser adoptados.
Mientras la sostenía en sus manos, no pensó tanto en la responsabilidad del cuidado que implicaba una mascota sino en su falta de libertad que supondría adoptarla, al punto de quitarle la posibilidad, cuando tuviera ganas, de emprender viaje hacia aquellos bosques de aroma a pinos y brisa de mar.
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También lo abrazó esa sensación de no apegarse a algo o a alguien que pudiera perder en algún momento.
Sin embargo, un nuevo contacto visual entre ambos logró que esos pensamientos y sensaciones desparecieran, llenando el espacio del momento presente con un sentimiento especial que vibraba con la tonalidad del amor más puro.
Llegó a su casa. De entrada se sintió raro con la inesperada integrante, que pronto comenzó a hacer suyo ese territorio nuevo, recorriéndolo en su totalidad.
Ahora la casa vibraba con una nueva melodía de “Miaus”.
A los pocos minutos, pudo notar la facilidad con que la gatita se había adaptado al cambio, jugando a los saltos de un lado al otro.
Brincaba alto y con sus dos patitas parecía querer cazar moscas invisibles. 
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En uno de esos brincos, aterrizó sobre un parlante y se encontró nariz con nariz, con otro gatito.
Se trataba de un pequeño adorno tallado en madera, con un collar de cascabel alrededor de su cuello que, cuando la nueva integrante del hogar movía con sus patitas, emitía un sonido que a la cachorrita le generaba un aluvión de endorfinas gatunas.
El joven, permaneció un largo rato mirándola jugar, riéndose con sus travesuras. Instantes después decidió llamarla Koneko y adoptarla en su corazón. 
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Koneko, se caracterizaba por ser muy receptiva, mimosa y alegre con su amigo músico. Solía acompañarlo en su estudio de grabación, en su jardín mientras regaba las plantas o en la cocina cuando tomaba unos ricos mates amargos.
La relación entre ambos se había convertido en hermosa. ¡Hasta charlaban!
El había aprendido los códigos del idioma gatuno y la simpática gatita los códigos para interactuar y hacerse entender con los humanos.
Una noche despertó a Koneko el llanto de su amigo mientras dormía. Inmediatamente quiso aliviar su malestar. Pero, todo maullido, aplicar las uñas afiladas de sus patas en su espalda, y hasta brincar sobre él, fue en vano. Entonces puso en práctica su don de gata que, como todos los gatos, claro, poseía la habilidad de acceder a planos multidimensionales de existencia.
Ella solía jugar con “el aire”, según decía su amigo, sin imaginar que en realidad Koneko jugaba con el ángel guardian del joven músico. 
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Causalmente este bello ser era la misma alma que en vida humana había decidido jugar el juego de interpretar el rol de aquella hermana compañera a la que el músico tanto extrañaba.
Este hermoso ser de luz, además, no se limitaba sólo a ser ángel guardián de él, sino de quienes Dios le había asignado cuidar y amar.
Muchas de esas almas asignadas eran miembros de su familia terrenal y amigos de otros planos.
Koneko le pidió ayuda a su ya conocida amiga, y ésta le preguntó si deseaba ingresar al sueño del querido muchacho, a lo que la gatita accedió con un ansioso y afirmativo “Miauuuu”. 
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El ángel, con amorosa voz telepática, le explicó que en los sueños, todo es posible y que con su ayuda, iba a poder viajar astralmente hacia el plano donde se hallaba el joven.
En un instante, de un brinco álmico, Koneko ingresó al mundo de los sueños.
Entonces comprobó que su amigo estaba soñanado que caminaba por un bosque de aroma a pinos y brisa de mar, uno de sus lugares favoritos, por haberlo compartido con su hermana en la amada niñez.
El muchacho se sentó en el pasto debajo de un árbol muy alto. Apoyó su espalda sobre el tronco y cerró sus ojos. Se sentía triste por la añoranza. Koneko había aterrizado sobre la rama de aquel árbol.
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Al observarlo, la gatita jugó a sorprender a su amigo saltando de la rama del árbol sobre su regazo con un fuerte ¡¡Miauuuu!!.
-¡Koneko! ¡me asustaste!… pero qué lindo verte acá… Estaba triste -le dijo.
Para su sorpresa, Koneko le respondió: -Ya lo sabía, querido amigo. En el mundo de los sueños todo es posible, y puedo hablar en tu idioma.
Te vine a visitar para recordarte un mensaje de Unidad que olvidaste con el tiempo. Es justamente ese olvido lo que te produce la ilusión de desconexión con el ser querido que tanto amas.
Que tus sentidos no te engañen, somos mucho más que el cuerpo.
Somos La Luz eterna.
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Quien interpretó el personaje de tu hermana se ha convertido un ser divino, cuyo único rol es ser un instrumento del amor más sublime. Partió del cuerpo para emprender la aventura de experimentar otros planos de existencia superiores a la experiencia física.
-Años antes de su partida, ella había recordado el valor del amor entre todo y todos; por lo tanto, pasó de grado, de manera similar al sistema escolar, donde al haber aprendido determinadas materias se permite avanzar de grado.
El alma pasa a planos de más conciencia al haber aprendido a amar a través del perdón, de la aceptación de las diferencias, de la no violencia, del respeto a la vida, etcétera.
Mientras vive en el planeta Tierra, similar a una escuela, cada alma sabe cuáles son las materias que le resulta difícil aprobar.
Conectate con tu corazón, porque en él existe la vibración del amor que nos une a todo lo creado, más allá de las aparentes separaciones físicas. 
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Todo es uno: lluvia, hormiguitas, gazanias, Koneko, tus seres queridos y hasta los colibriés que tantas ganas tengo de cazar -dijo Koneko guiñando un ojo, y continuó:
-Todos compartimos la conexión con ese Dios-Amor del cual formamos parte.
El alma, teniendo la experiencia de ser humana, se cree aislada y limitada, pero nunca hubo separación, y siempre estuvo unida a todas las otras partes de la creación por medio del lazo invisible del amor incondicional.
Del mismo modo que los personajes del sueño no son reales, y te das cuenta de esa ilusión al despertar, la realidad física es otro tipo de sueño que, en ese pase de plano que ustedes llaman “muerte”, sucede el despertar del alma que recuerda la experiencia física como la oportunidad que tuvo de amar y recordar quién era realmente.  
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También le anticipó:
-Te amo, querido amigo, y te voy a acompañar siendo mascota, para espejarte esas cualidades que tanto te gustan de mí y necesitás recordar. Sé amor, porque es quien sos, y sé siempre feliz, jugando en el plano abstracto de la creatividad.
Desapego no significa rechazo, desapego es dejarte abrazar sabiendo que ningún apego puede poseerte al saberte unido a todo.
Siempre sos vos dejándote abrazar por vos mismo. Ah…
Hizo una pausa.
-Y antes de irme de este plano, te pido un favor: que crees una canción que hable sobre ese falso mito de las siete vidas que supuestamente tenemos.
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¡Todo lo creado, todo lo que existe, tiene vida eterna que se expresa en diversas formas!
Tal como el cuerpo se viste con ropa, el alma usa el cuerpo como su vestimenta temporal.
Que tu canción interior vibre siempre en armonía, como resultado de saberte amado.
Acto seguido, con un dulce maullido, la gatita ojos de pradera se despidió de su amigo y, con un nuevo brinco álmico, desapareció.
El joven músico, sintió una profunda gratitud por su amada gatita, capaz de haberle esfumado por arte gatuno su tristeza.
Y quedó en paz, sintiendo aún el mensaje de Koneko resonando en su corazón. Fue en ese instante de pacífica dicha interna que percibió una energía familiar acercándose a él. 
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No podía distinguir una forma física. Más bien era una energía de luz consciente, aunque sí reconocía cierta vibración de empatía con un alma afín. Cuando la energía de luz blanca estuvo cerca de él, escuchó en su mente, el lenguaje del corazón, que le dijo: -Nunca hubo separación entre nosotros.
Te regalo una rosa, como señal de mi presencia viva.
Yo no quiero vivir enterrada en tu mente sino floreciendo por la eternidad en tu corazón. No me eches de menos. Acá estoy en tus sueños, para contarte ¡¡lo bien que me encuentro!! y para que sepas que soy más que esa sombra en tu memoria.
Cuando despiertes de este sueño, recordá que siempre estuvimos lado a lado, como quien vive fuera del espacio-tiempo.
Voy a hablarte desde los sueños y cantarte con mi voz de cuenco, susurrándote la verdad, para que dentro del sueño que llamás realidad puedas por fin despertar.
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El músico despertó recordando en detalle ese sueño tan vívido.
Lo primero que hizo fue buscar visualmente a Koneko, que no estaba durmiendo a sus pies, como habitualmente lo hacía a esas horas de la madrugada. Eran las 3:33 AM cuando el joven, que aún se encontraba con esa inmensa sensación de amor, salió al jardín a nutrirse del aire nocturno.
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Nuevamente Koneko lo sorprendió. Esta vez, ella no brincó, sino que estaba al lado del rosal de su jardín, sintiendo el aroma de una hermosa rosa recién nacida. Inmediatamente supo que ésa era la señal. 
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El muchacho se acercó a su gatita y la abrazó fuertemente, miró hacia el cielo nocturno de esa noche estrellada, agradecido por esa señal y por lo que había olvidado aunque siempre había intuído en su corazón, aquello que Koneko volvió a recordarle: -Que tus sentidos no te engañen: somos mucho más que el cuerpo. Somos La Luz eterna.
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Vero Shanti

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